miércoles, 16 de julio de 2014

Una comedia de equivocaciones

mejores padres, mejores hijos
Los resbalones
Equivocarse provoca muchas veces los conflictos más difíciles de controlar, tantos como sinónimos encontramos en el diccionario, tales como: Resbalones, traspiés, deslices, pifias y más, lo cual se parece mucho a lo que ocurre en el teatro cuando alguno de los actores presenta problemas de concentración, es cuando una palabra se olvida en el escenario y se tiene que recurrir a sinónimos o simplemente a “morcillas”, recursos teatrales que resuelven de momento las equivocaciones.
En la vida diaria ocurre con mucha frecuencia esa comedia de
equivocaciones, cuando en el engranaje social se equivoca alguno de sus personajes, se recurre a la búsqueda de un “culpable” porque nunca podemos aceptar en su totalidad que somos nosotros mismos los culpables en el escenario social al que pertenecemos, solo por aprovechar el momento del fútbol que se vive, al momento de escribir esto, describo una de las “justificaciones utilizadas” cuando el seleccionado de México resultó eliminado de Brasil 2014.
Se dijo que el técnico estratega de la selección se equivocó en las
medidas tomadas al final del partido que le mantenía victorioso, que además el árbitro mostró una tendencia a favor del contrincante, que fulano se confió y eso causó la derrota, en fin, el número de justificaciones resultó excesivo y tal vez incongruente, pero en ningún momento se comentó que la causa principal es, la carga histórica de México y los mexicanos y de muchos países latinoamericanos.
En México, me temo que lo que se debe revisar es “la historia oficial” de los últimos 300 años de manera profunda, nos han obligado a creer en héroes que fueron traicionados, fusilados y hasta tratados como traidores a la patria, una historia oficial que ha sido implantada como una religión que dista mucho de una realidad congruente, pareciera que la historia oficial se encuentra en franca competencia con la religión oficial implantada desde los
más de trecientos años en que se consumó la conquista de estas tierras.
Hasta el presente siglo encuentro autores que han tratado de exaltar la figura de muchos personajes que por desgracia no aparecen como grandes personajes, ya que están fuera de la historia oficial, pero considero que estamos en el principio de una evolución, el principio de la creación de una identidad que tanta falta le hace al país, pero lo que todavía no se toca es lo referente a una nueva constitución política, una constitución actualizada ya que la que existe fue muy
buena en el siglo pasado, hoy las condiciones son distintas.
En el siglo pasado era necesario que el estado se hiciera cargo de una paternidad de gobierno controlando todo, desde luego con tintes democráticos, hoy día, ya se puede establecer una verdadera democracia que estimule la libre competencia, que los monopolios dejen de funcionar como tales, que “la propiedad de aire, suelo y subsuelo” deje de ser propiedad intocable del estado y que la libertad de empresa y la libertad de comercio se
conviertan en una realidad, que los capitales de todo el mundo puedan invertir en el país creando fuentes de producción, acordes al consenso mundial y de esa forma erradicar la fábrica de pobres, utilizada como bandera de partidos políticos, mostrándose sin escrúpulos.
Que las reformas tan mencionadas no queden sujetas a la voluntad de colores políticos, que retrasan el avance social y que es más
importante que ellos, los políticos, de vez en cuando nos pregunten qué es lo que en verdad necesitamos, que es en verdad lo que pensamos y que es en verdad lo que le hace falta al país y con ello, erradicar por fin y por siempre la comedia de las equivocaciones que debe estar cumpliendo cuatro siglos, y nuestros hijos dejen de sentir que somos un pueblo de perdedores, que solo estamos a un paso del triunfo, de manera que nuestros sucesores, trabajen libremente como arquitectos del nuevo México, triunfador en todos los terrenos.

viernes, 11 de julio de 2014

La duda atrevida.

mejores padres, mejores hijos

Por: Enrique Roberto Hernández Oñate

Un día, después de levantarme acomode todo lo necesario para tomar un baño tranquilo y sin prisas, música de fondo y agua tibia eran los complementos perfectos para lo que sería una ducha relajante y llena de vitalidad. Ya entrado el ritual propio de la regadera, me vino a la memoria una serie de imágenes de mi época escolar pero solo una de ellas me atrapó.

Sentado en mi pupitre vi el deslizar de la mano del maestro apuntando el tema de la clase en la pizarra, y con letras grandes se leía “TEOREMA DE PITÁGORAS”, y junto la clásica fórmula c2=a2+b2, avanzada la clase no me sonaba tan compleja la resolución de los problemas que había que resolver, si seguía la instrucciones que el maestro dictó seguramente el resultado de todos los problemas sería el correcto, dentro de mi debía tener cuidado de que no se me escapará ni uno solo de los pasos que recién había aprendido.
Cuando regrese a este mundo, me sorprendió una serie de preguntas al grado de ver interrumpida estrepitosamente la sutil enjabonada; ¿será verdad lo que me explicaron en ese entonces? ¿Será que en verdad mi maestro sabía exactamente de que hablaba?...yo supuse que si, finalmente es el maestro y yo un alumno.



Mi curiosidad en ese momento me dio un golpe en forma de impulso arrojándome contra el piso mental, como si fuera un gato que ha visto en el piso o la pared una luz e intenta seguirla o atraparla hasta que se cansa.
Dentro de mí existía una sensación de miedo, miedo de comprobar si era verdad o mentira eso que tanto repasé. Miedo de deliberar una respuesta y saberme engañado por tantos años. Al salir del baño me vestí y tomé todas las herramientas necesarias para esta aventura: papel, lápiz y la muy esencial regla.
Con esa regla tracé el primer lado del triángulo de 1cm y el más largo de 2cm, estos dos elevados al cuadrado y sumados posteriormente nos da un resultado de 5, al cual le tenemos que sacar la raíz cuadrada correspondiente como lo marca la fórmula. El resultado de c=2.2360 redondeado, ahora el problema fue medir la unión de esos dos catetos para comprobar que realmente mediría 2.2360cm, cosa difícil de hacer.
Tomé nuevamente la regla y mi sorpresa fue extraordinaria, no solo el maestro que me dio la clase no estaba equivocado, ¡Pitágoras tenía razón¡ ¿Cómo pude atreverme a dudar de Pitágoras? Es fácil contestar esta pregunta: no hay que creer en todo lo que nos dicen hasta comprobarlo, sin embargo aquello que nos mencionan como verdad es un camino que debemos de tomar para saber ¿qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? Y ¿Por qué? Sucede tal o cual cosa hasta que nuestra razón se siente satisfecha con todas las respuestas encontradas.




Pero el trabajo no termina ahí, al contrario, recién comienza. El siguiente paso es muy importante, no obligar a los demás a creer en nuestras respuestas y obligarlos a aceptarlas como verdades, porque nuestras realidades son muy distintas y muy dispersas, también corremos el riesgo de omitir nuevas y mejores ideas que nos lleven de igual manera a otros caminos.




Dicen por ahí que la verdad nos hará libres, sin embargo, la verdad no se crea de la nada, nace de la duda, creo yo entonces que la duda es la que cumple con el objetivo de hacernos libres.









miércoles, 9 de julio de 2014

Lo que vimos en Brasil

mejores padres, mejores hijos
O el sueño frustrado
Lo que hemos visto en Brasil 2014 me temo que no se parece mucho a los años anteriores, donde se apreciaba un espectáculo magnífico por medio del manejo del balón que ha logrado unificar al mundo en un porcentaje impresionante, esta vez, ha proliferado el juego áspero, el juego duro, el juego donde lo principal es golpear al contrincante y todo gracias a que quienes deben vigilar y castigar a los infractores,
pareciera que no se percatan de lo que ocurre en el terreno de juego.
Muchos son los jugadores de los distintos equipos que han resultado con lesiones de gravedad y algunos podrían inclusive terminar su carrera, gracias a la complicidad de quienes organizan dichas justas deportivas, esta vez se han “determinado” los eventos que empañan el principio filosófico de esta reunión deportiva mundial, tan importante como las olimpiadas, cuya filosofía era obtener el triunfo
por el triunfo, sin privilegios ni medidas extrañas a lo que la justa deportiva se refería.
Con el despliegue de tanta tecnología: ¿Por qué no revisar las jugadas dudosas? Porque depender del criterio de una sola persona, sin tomar en cuenta al espectador que finalmente es quien patrocina el magno evento, pues basta que consuma uno de los producto que se anuncian o acuda a los estadios gastando sus ahorros de cuatro años y que se le otorgue el beneficio de la duda en jugadas que perjudiquen a su equipo y por ende a su país.
Los malos pensamientos acuden de inmediato cuando se presenta una mala decisión en cualquier caso, en este momento lo comento en función de que a todos los equipos se les ha negado la justicia de la repetición de las jugadas dudosas, lo cual me inclina a pensar que no todo lo que ocurre en estas justas deportivas son “limpias” y que quienes pierden por sistema son los países organizadores, que a base de “impuestos” posteriores al evento, los ciudadanos deben cubrir esa deuda hasta con veinte, treinta o más años con sus respectivos
intereses.
Creo que es momento que los organizadores detengan un poco su ambición monetaria y reflexionen que es el espectador, el que finalmente patrocina esos gastos millonarios y que los contendientes sean eso, contendientes, sin poner en riesgo su integridad física, o es que estamos retrocediendo a los tiempos romanos en los que la vida de los gladiadores prácticamente nada valía en esa sociedad “civilizada” de aquellos tiempos, y hoy que somos más “civilizados”

debemos justificar el calificativo publicitario de, que este es “el juego del hombre”.
Es posible que yo esté equivocado en lo que pienso, pero lo que vi en muchos jugadores me pareció tendencioso, como si les hubiesen ordenado destruir a sus contrincantes, y mire que no me refiero exclusivamente a los jugadores perjudicados de mi país, me refiero a todos los que resultaron afectados en este “campeonato mundial 2014”, es por eso que omito nombres de jugadores lesionados, pienso
que cada jugador que ha estado participando merece todo mi respeto y toda mi admiración.

Solo pido a los organizadores que vuelvan la cara a sus verdaderos patrocinadores que somos todos los espectadores, que de alguna manera contribuimos a la realidad de la justa deportiva, créanme, no somos tontos, no jueguen con nosotros, la vida actual en el mudo es bastante complicada, se han cometido muchos errores, necesitamos
un sueño como el campeonato mundial de fútbol que nos haga “soñar” aunque ese sueño sea efímero, sabemos que los sueños, sueños son.

domingo, 6 de julio de 2014

Si está mal, empeorará

mejores padres, mejores hijos
El fútbol de México
Mucho se ha comentado en torno a los sucesos recientes en Brasil, resulta difícil comprender lo que ocurre dentro del grupo organizador del campeonato mundial de fútbol, los comentarios en México parecen copia fiel de los encabezados periodísticos de los últimos cuarenta o cincuenta años y nadie sabe en realidad que es lo que se debe hacer, vemos que a lo largo de los años siguen siendo los mismos países los que se disputan el triunfo y el resto convertidos en “comparsas” que financian el espectáculo.
Este año, México ha presentado un plantel bastante organizado, con entusiasmo y amor al deporte, sin embargo, desde el primer partido quedó claro que “México no debía avanzar” más allá de lo que los organizadores calcularon, la deficiencia en el criterio de los árbitros quedó manifiesta desde el primer momento, o tal vez dichos árbitros solo estaban obedeciendo órdenes superiores con signo de monedas de alta denominación.
Entiendo que se trata de un espectáculo, pero el resto de la población

puede no entenderlo de la misma manera, ya que sigue llenando los estadios de fútbol y le da seguimiento en los medios electrónicos, aunque solo sea por el placer de organizar reuniones familiares o amistosas, el evento se presenta adecuado y ofrece resultados maravillosos al momento de celebrarse la justa deportiva, las calles desiertas durante los eventos así lo certifican, pero una vez más, el fantasma de la derrota vuelve como ha ocurrido durante tantos años.
Me resulta afirmativo que en México nunca se ha podido triunfar “en equipo”, muchas veces he pensado que la causa debe ser más
profunda de lo que parece, revisando la historia profana y no la oficial, encuentro que México nunca ha sido un país unido; antes de la llegada de españoles ya se encontraba muy dividida esta región, cada pueblo, pequeño o grande buscaba ser independiente, comenzando por la diferencia de idioma o dialecto, como se le quiera definir, de manera que al llegar la conquista, el terreno se encontraba “fértil” con la diversidad de ideas.
Luego, entre los españoles existía una división muy parecida, basta con revisar el momento en el que Hernán Cortés parecía haber logrado
dicha “conquista” y ya se encontraba Pánfilo de Narváez en las costas de México listo a derrocar a Cortés, lo que finalmente no ocurrió tal vez porque Cortés era mejor estratega, o más inteligente, pero lo que resulta incomprensible es que si ambos mostraban lealtad al mismo Rey, se presenta esa traición y muchas más en el correr de los años en la Nueva España.
Después de la llamada “Independencia”, iniciada y promovida por los
“criollos”, que estaban divididos con los emigrantes españoles por infinidad de problemas, aunado a los conflictos de ese tiempo en Europa, se consuma “nuestra independencia” que desencadenó un sinfín de divisiones entre los que “triunfaron”.
Con los postulados de un nativo muy talentoso se construye una
reforma excelente en el papel, lamentablemente al tratar de implementarla, desencadena otros conflictos con nuevas divisiones, hasta que veinte años antes del término del siglo otro nativo talentoso crea una especie de monarquía con los mismos postulados y se consigue un avance sobre todo económico, aunque el social y cultural habrán de tardar un poco más, pero en aquel momento una nueva división produce lo que se conoce como “revolución”.
En el pasado siglo florece otra especie de monarquía pero ahora con “siglas y colores” creando nuevos estilos de divisiones sociales, provocando bastante daño hasta el presente, lo cual me hace pensar que seguimos pensando y preguntándonos: ¿Cómo debe ser nuestro sistema político? Pareciera que seguimos esperando quien nos conteste esa pregunta que no hemos sabido encontrar por nosotros mismos, pues gracias a esas divisiones políticas y a otras de tipo religioso, las familias se han convertido en terreno fértil de una división desdichada.
Es por eso que me permití tomar el tema del fútbol, como muestra clara de lo que ha padecido este México querido, hoy día en el que por fin se ha logrado integrar un equipo de fútbol con bastantes posibilidades de triunfo, agentes externos se han encargado de oscurecer nuestras ilusiones, mi pregunta entonces: ¿Debemos buscar una monarquía o luchamos por una verdadera democracia? o ¿Será entonces que nuestra identidad no se fijado con firmeza? O finalmente es que no tenemos identidad.

Una solución puede ser el trabajo con la niñez actual, que se entere a temprana edad de una historia profana y no una oficial, que le permita comprender lo que ha sido México en los últimos quinientos años, sin afán de encontrar intemperancias, la verdad es necesaria, sin maquillaje, sin mentiras, sin tendencias maliciosas ni fantasías, somos lo que nuestros antepasados quisieron que fuéramos, nuestra obligación hoy, es trabajar por los cambios que sean necesarios y que nuestros hijos y nietos nunca más sean perdedores, que su identidad
sea de triunfadores en todas las actividades sociales, la invitación es que tengamos el valor de iniciar la solución de lo que está mal y posiblemente a mediados de este siglo México girará 180 grados en bien de todos los compatriotas.

domingo, 22 de junio de 2014

Sombrero o capucha

mejores padres, mejores hijos
Sombrero o capucha

Los seres humanos desde siempre han tratado de proteger su cabeza de las inclemencias del tiempo, utilizando sombrero, capucha, el llamado “pasa montaña” y hasta mascaras de distintos materiales y “motivos” guerreros o de confrontación y hasta como “defensores de la justicia” , de manera que la justificación en el uso de prendas con el argumento de proteger la cabeza ocupan muchas páginas a lo largo de la historia.
La pregunta sería: ¿Cuál es el motivo que invita a “esconder la
identidad”? Las razones pueden ser tan diversas como la humanidad misma, hoy día basta unirse a un grupo cualquiera desde donde se puede dar rienda suelta a los deseos de “desquitarse” de cualquier frustración o muchas veces, de obtener alguna remuneración que sirva como solvento de los gastos del día, lo cual puede repetirse muchas veces hasta que sea descubierta la identidad de manera casual, accidental o simplemente agotó su “poder encubierto” sin más remedio que absorber un encarcelamiento pequeño o grande, que siempre encontrará una salida fácil.
Pensé que asuntos de este tipo eran producto de la época, ya que las
diferencias sociales creí que podían ser detonadores de esos disturbios sociales que por sistema se envían al archivo de la impunidad y que la necesidad de grupos humanos necesitados justifican todo tipo de protestas “pacíficas” aun destruyendo las propiedades de quienes generan riqueza por medio del trabajo honesto dentro del marco jurídico establecido en cada lugar.
Investigando en asuntos históricos de gran trascendencia encontré un dialogo entre el rey Carlos III de España y el ministro Gregorio Esquilache—“Disculpad su Majestad si es inoportuno mi comentario,
pero me he dado cuenta de que por doquier los hombres usan esas grandes capas y esos sombreros de ala ancha que llaman chambergos, en Sicilia y Nápoles hace mucho tiempo que han caído en desuso”.
--¡Vamos Don Gregorio, ¿Qué importancia puede tener la moda en estos lugares?
--Majestad, tengo una razón; ordenando ciertos archivos de vuestro ilustre antecesor, encontré la intención de prohibir esa indumentaria, por razones de seguridad pública. Cualquiera puede embozarse, tan solo con levantar su antebrazo envuelto en la capa, pueden herir o matar con oculta espada a cualquier mortal que se atraviese en su camino
--Verdad es don Gregorio, os asiste la razón, mas ¿insinuáis acaso que se pueda imponer que los madrileños dejen de usar tal capa?, si mi hermano
no logro desterrar la dicha costumbre, bueno sería averiguar el por qué.
En ese tiempo se declaró que el Rey Carlos III de España, era un hombre bien intencionado que estaba dispuesto a establecer reformas en bien de la población de su reino, sobre todo sin cargar más impuestos, sino administrar adecuadamente los recursos económicos, es posible que en este tiempo también los gobernante sean hombres bien intencionados que también estén dispuestos a establecer reformas en bien de la población, pero la realidad resulta muy
diferente, los “chambergos” del tiempo de Carlos III, ahora utilizan cualquier material con el que cubren sus rostros causando disturbios extremadamente destructores.

Pareciera que en ambos tiempos, en el siglo XVIII en España y en el siglo pasado en México y hasta nuestros días, los procedimientos de grupos inconformes se cubren la cara con lo que suponen nunca ser reconocidos y practican destrozos impunemente porque saben que finalmente la autoridad no procederá por prudencia o por cualquier otro motivo, sin darse cuenta que lo que destrozan redunda en
pérdidas no al gobierno, sino a particulares que mantienen fuentes de trabajo y que son quienes finalmente producen la riqueza del país junto con los ciudadanos.

domingo, 15 de junio de 2014

Los discursos

mejores padres, mejores hijos

Los discursos
“¡Amado pueblo! Que no se piense que soy ajeno a sus protestas, me apena el des abasto de alimentos a esta población, ustedes no saben que desde hace muchos años se subsidian sus alimentos, la razón es que se ha detenido la siembra de cereales y otros productos, y no ha sido suficiente el esfuerzo del gobierno, yo invito a participar y juntos encontrar una solución justa, por el momento, pueden estar seguros de que vienen en camino suficientes alimentos que resolverán sus
requerimientos”.
El discurso anterior recuerdo haberlo escuchado muchas veces, pero mi interés al reproducirlo no es descubrir a quien lo haya dicho, mi interés resultó de un acontecimientos real y verdadero allá por el siglo XVIII en Madrid cuando Carlos III se vio obligado a salir al balcón de su despacho en el palacio Real de El Pardo, debido a los problemas de la creciente pobreza se gesta un conflicto que pretendía entre otras razones la destitución del ministro Esquilache que se le culpaba de todos los males de España.
El discurso del rey Carlos III lo descubrí en una novela que pronto estará a la venta en Puebla México, escrita por mi gran amigo Guillermo Martínez Arámbula que a la letra dice: “¡Amado Pueblo de Madrid! No penséis que soy ajeno a vuestras tribulaciones, Dios sabe cuánto me apena el desabasto de alimentos a esta población, vosotros no sabéis que ha dos años se subsidian vuestros alimentos, pues ha cesado en esta región la siembra de cereales y otros productos, mas no ha sido suficiente nuestro esfuerzo, yo os invito a participar y encontrar una solución justa, por el momento podéis estar seguros de que vienen en camino suficientes alimentos que calmarán por un mes
esta necesidad”.
Bajo el balcón los representantes de los amotinados respondían al Rey: ¡Majestad, queremos creer en vos, pero pronto nos organizaremos y defenderemos nuestros derechos, no amenazamos a vuestra real dignidad, más si no oís nuestro clamor, vuestras acciones pueden ser tomadas como burlas! Aquí os leo y entrego nuestro pliego de peticiones, que son bien claras:
¡No queremos la presencia de extranjeros en vuestra corte!
¡Que bajen de valor los alimentos!
¡Que desaparezca la junta de abastos!
¡Que se vaya Esquilache! Y
¡Que su majestad se acerque en persona con vuestro pueblo!
La investidura de Carlos III nunca antes se había visto empañada en asuntos de esa naturaleza, comprendió entonces, que debía atender la voluntad del pueblo a pesar de la opinión de mariscales y generales, despachó una carta dirigida al pueblo recordando que les había
empeñado su palabra, y que estaba cumpliendo lo acordado, con lo que pudo controlar los disturbios.
Por otra parte, Esquilache también les hacía llegar otra misiva personal diciendo: “Soy el único ministro que se ha preocupado por el pueblo madrileño, he limpiado y ordenado vuestras calles, os las he alumbrado, pavimentado y pintado, mas creo que eso no tiene valor en vosotros, me retiro muy desilusionado de vosotros, pero creo que no hay mal que no reciba el bien a cambio, llevaré a mi familia a gozar del descanso, por ello os doy gracias sinceramente”. Firma, el marqués Gregorio Antonio de Esquilache.
Se reformó el gabinete y mucho lamentó Carlos III despedir al ministro
Esquilache junto con el resto de su equipo tan conocido y poco tiempo después se descubrió el origen del levantamiento, los autores del movimiento eran miembros del nuevo gabinete, y una nota relevante fue la interposición a la beatificación de un español que vivió cien años atrás en la Nueva España, llamado Juan de Palafox y Mendoza, obispo de la Puebla de los Ángeles que siempre encontró ocultos intereses que lo des habilitaban, al respecto, el Rey llegó a comentar: “¿Qué de malo hay en ser hijo bastardo, si se ama a Dios más que los bien nacidos?
La novela de donde fueron extraídos los datos de este artículo se titula exactamente: “El ilustre bastardo” donde encontramos infinidad de datos importantes de Don Juan de Palafox y Mendoza, pero eso lo trataré en futuros relatos.

Los discursos se parecen mucho a los asuntos que hoy día, después de muchos siglos no se han podido resolver o no se quieren resolver,
pareciera que “los Esquilache” se siguen reproduciendo al paso de los siglos y la práctica del “acaparamiento de alimentos” resulta sinónima de poder ¿No le parece? Gracias Guillermo Martínez Arámbula por tu novela “el ilustre Bastardo”, vida y obra de Don Juan de Palafox y Mendoza, producto de una intensa investigación muy bien documentada.

martes, 10 de junio de 2014

Bullyn escolar

mejores padres, mejores hijos
Bullyng escolar
Tal vez se trata de un fenómeno del presente siglo, sin embargo, puedo afirmar que es un asunto tan antiguo como la vida misma, el título de “bulling” se refiere a este tiempo, todavía recuerdo cuando al ingresar a la enseñanza secundaria en el Instituto Politécnico Nacional en la ciudad de México, allá por los años cincuenta, debíamos resistir lo que denominaban “novatada” que consistía en el corte de pelo de manera agresiva y nos dejaban con una imagen pavorosa.
Por algún tiempo he tratado de imaginar donde comienza este asunto del “bullyng” y me parece que además de ser un excelente “modo de distraer”, he intentado hacer una retrospectiva en función de esos “acuerdos políticos”, en el parlamento de México a nivel local y
nacional cuando quisieron “proteger a los niños” diseñando lo que titularon: “Los derechos de los niños” , la consecuencia es lo que ahora vivimos.
Resulta incongruente que ahora ni el maestro, ni los papás, ni los parientes pueden intentar siquiera tratar de corregir a un niño su mal comportamiento por leve que este se manifieste, de manera que ahora los niños son libres, nadie puede reprenderles de ninguna manera, y a diario se manifiesta en los medios de comunicación que
cualquier grupo humano, grande o pequeño, actúa en total impunidad, pues lo que dicta “derechos humanos” es que nadie puede impedir su derecho a manifestarse.
Más crítico resulta si esas actividades de protesta son ejecutadas por menores de edad, significa entonces que el estado de derecho solo está dirigido a determinadas personas y el resto ya puede “protestar por la protesta” y su reclamo se perderá en el mar de corrupción que prevalece en los niveles de poder y políticos, la historia de “los
miserables” es hoy más actual que en el tiempo en que fue escrita.
Me temo que todo el conflicto nace en el momento en que los “representantes del pueblo” no se toman la molestia de consultar a quienes los “eligieron” y eso redunda en leyes que en lugar de proteger, mantienen a los ciudadanos sin defensa, pienso que la mejor manera de hacer buenas leyes es pensando bilateral mente o multilateral mente, porque de la manera como lo hacen hoy, siempre va a resultar contraproducente.
La única manera de hacer bien las cosas es cuando se proclama la soberanía o el derecho de dictar leyes y hacerlas efectivas, pero la letra dice que eso le pertenece solo al pueblo y que a él corresponde discutir y establecer las leyes que habrán de salvarla de sus miserias, eso de alguna manera permite estudiar las bases que han de sostener el edificio de la educación humana que genera riqueza por medio de la propiedad y el trabajo.
Muy importante resulta darnos cuenta que tenemos en la consciencia nuestro propio juez y que el honor, la virtud y la justicia no son términos convencionales, sino sentimientos afectivos, instintos
eminentemente sociales que una mala educación pervierte y el estudio sublima y nos hace dignos, sin olvidar que comprendiendo a la naturaleza, se crean las ciencias y las artes e invita a la comprensión del ser infinito que lo formó libre y heredero de los bienes de la tierra.
Pudiera ser que la mala educación es la que provoca los conflictos en el diseño de las leyes, luego entonces, se puede decir que unos y otros
tenemos mala educación, unos por no voltear a vernos y otros, por no reclamar lo que a derecho les corresponde y que en cada uno despierte en su corazón el sentimiento de su propia dignidad, estudiando incesantemente lo que debe a sus semejantes, siendo esa dignidad la diferencia entre el bien y el mal, entre “el bullyng” y las buenas relaciones entre compañeros, como en su tiempo declararon que “el respeto al derecho ajeno, es la paz” y el “bullyng” desaparecerá finalmente.