Mostrando entradas con la etiqueta palabras. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta palabras. Mostrar todas las entradas

jueves, 31 de julio de 2014

Fábrica de pobreza

mejores padres, mejores hijos Cuentos y más
Los pobres ¿Serán bienaventurados?
Conforme a las noticias cotidianas pareciera que la fábrica de pobres se ha extendido a una gran parte de los países, pero en América parecía que nunca llegaría, en México, poseemos una tierra muy noble, pero no se entiende la causa de que existan millones de personas en extrema pobreza, inclusive algunas regiones se distinguen porque la tierra es tan fértil que solo basta con arrojar una semilla y al poco tiempo surge una planta que al tiempo, se convierte en árbol frutal, luego entonces que es lo que sucede, ¿Por qué continúa la pobreza?
Es posible que revisando la historia se encuentre una respuesta convincente o por lo menos congruente con la realidad actual, no es posible que un país tan rico y tan bondadoso continúe siendo pobre no solo por decreto, sino por una realidad que cuesta mucho trabajo aceptar, podemos buscar culpables a lo largo y ancho de los litorales, sin embargo, deben existir razones poderosas que han propiciado la enfermedad de la pobreza que se sufre, pero, supongo que una buena respuesta habré de encontrar si dedico unas líneas al análisis de nuestra historia.
En el florecimiento del pueblo azteca, asentado en el altiplano, existía una forma social denominada “calpulli”, una especie de “clan” azteca formado por un conjunto de familias con ascendencia común que poseía tierras comunales, un gobierno interno y una escuela de formación de jóvenes guerreros, se le conocía también como “casa de gran tamaño” en la lengua “náhuatl”, era un territorio que correspondía a un grupo familiar o clan, los “Calpullis”, eran la base de la estructura azteca, donde distintas familias procedían de un mismo antepasado mítico, además existían “calpullis” no solo de agricultores, también podían ser de artesanos.
Una vez consumada la conquista de México y creada la “Nueva España” se estableció la figura de “la encomienda” que consistía en la asignación por parte de la corona, de una determinada cantidad de aborígenes a un súbdito español en compensación por los servicios prestados y entonces, el “encomendero” se hacía responsable de los nativos puestos a su cargo y percibía los beneficios obtenidos del trabajo que realizaban, durante esos primeros tiempos no existía ningún tipo de regulación ni jurisdicción que garantizase los derechos
de los aborígenes, por lo cual, estos eran explotados.
Durante el siglo XIX, una vez consumada la independencia de México, la organización social prácticamente se mantiene como estaba durante el dominio español, pero es hasta principio del siglo XX que se promulga una nueva constitución política donde aparece la figura del “ejido” con una especie de repartición de tierras a pequeños propietarios como solución a los postulados de Emiliano Zapata con el argumento de “la tierra es de quien la trabaja” y a la fecha sigue siendo una figura que no ha dado los resultados que se esperaban pues, los campesinos mexicanos siguen emigrando a tierras del país del norte donde se maneja de manera distinta el campo y sus productos.
La política “centralista” de México quizás sea lo que ha producido la macro pobreza, han pasado más de doscientos años de independencia y es la hora en que no ha podido explotar eficientemente la riqueza de este territorio, no cabe la menor duda de que la figura del “calpulli” entregó buenos frutos durante el Imperio Azteca, la “encomienda” resultó muy productiva a la corona española y “el ejido” a 100 años de haberse establecido solo ha entregado “pobres” que confieren su trabajo a otros países.
Creo que es tiempo que quienes manejan la política en México, vuelvan la mirada a los ciudadanos y en lugar de programas de asistencia, ayuden al pueblo a aprender a “pescar”, reduzcan su aparato burocrático, así como sus impuestos y permitan una verdadera libertad de comercio y libertad de empresa, o por lo menos permitan el establecimiento de “calpulis modernos” que pueden ser una buena solución, también puede establecerse el sistema de gobierno del Rey Salomón donde cada ciudad designaba a sus gobernantes que se comprometían a la seguridad, la salud y la educación, porque allí se
encontraban sus intereses y aportaban a la corona solo el 10% de sus ingresos.

Estamos en el siglo XXI, el siglo de la comunicación, el siglo de la información, el siglo donde los esquemas deben cambiar, así como está cambiando la humanidad, la ignorancia el fanatismo y la ambición
deben morir, hoy “la biblioteca” se encuentra a la distancia del “teléfono celular”, no existe justificación de mantener políticas que en el pasado fueron efectivas a unos cuantos, hoy, el mundo está al alcance de todos y por ende, la riqueza debe ser de todos, mi deseo es que nunca más exista hambre y pobreza en el mundo, que se cierren todas las fábricas que atentan contra la felicidad del ser humano. Muera la pobreza.

domingo, 15 de junio de 2014

Los discursos

mejores padres, mejores hijos

Los discursos
“¡Amado pueblo! Que no se piense que soy ajeno a sus protestas, me apena el des abasto de alimentos a esta población, ustedes no saben que desde hace muchos años se subsidian sus alimentos, la razón es que se ha detenido la siembra de cereales y otros productos, y no ha sido suficiente el esfuerzo del gobierno, yo invito a participar y juntos encontrar una solución justa, por el momento, pueden estar seguros de que vienen en camino suficientes alimentos que resolverán sus
requerimientos”.
El discurso anterior recuerdo haberlo escuchado muchas veces, pero mi interés al reproducirlo no es descubrir a quien lo haya dicho, mi interés resultó de un acontecimientos real y verdadero allá por el siglo XVIII en Madrid cuando Carlos III se vio obligado a salir al balcón de su despacho en el palacio Real de El Pardo, debido a los problemas de la creciente pobreza se gesta un conflicto que pretendía entre otras razones la destitución del ministro Esquilache que se le culpaba de todos los males de España.
El discurso del rey Carlos III lo descubrí en una novela que pronto estará a la venta en Puebla México, escrita por mi gran amigo Guillermo Martínez Arámbula que a la letra dice: “¡Amado Pueblo de Madrid! No penséis que soy ajeno a vuestras tribulaciones, Dios sabe cuánto me apena el desabasto de alimentos a esta población, vosotros no sabéis que ha dos años se subsidian vuestros alimentos, pues ha cesado en esta región la siembra de cereales y otros productos, mas no ha sido suficiente nuestro esfuerzo, yo os invito a participar y encontrar una solución justa, por el momento podéis estar seguros de que vienen en camino suficientes alimentos que calmarán por un mes
esta necesidad”.
Bajo el balcón los representantes de los amotinados respondían al Rey: ¡Majestad, queremos creer en vos, pero pronto nos organizaremos y defenderemos nuestros derechos, no amenazamos a vuestra real dignidad, más si no oís nuestro clamor, vuestras acciones pueden ser tomadas como burlas! Aquí os leo y entrego nuestro pliego de peticiones, que son bien claras:
¡No queremos la presencia de extranjeros en vuestra corte!
¡Que bajen de valor los alimentos!
¡Que desaparezca la junta de abastos!
¡Que se vaya Esquilache! Y
¡Que su majestad se acerque en persona con vuestro pueblo!
La investidura de Carlos III nunca antes se había visto empañada en asuntos de esa naturaleza, comprendió entonces, que debía atender la voluntad del pueblo a pesar de la opinión de mariscales y generales, despachó una carta dirigida al pueblo recordando que les había
empeñado su palabra, y que estaba cumpliendo lo acordado, con lo que pudo controlar los disturbios.
Por otra parte, Esquilache también les hacía llegar otra misiva personal diciendo: “Soy el único ministro que se ha preocupado por el pueblo madrileño, he limpiado y ordenado vuestras calles, os las he alumbrado, pavimentado y pintado, mas creo que eso no tiene valor en vosotros, me retiro muy desilusionado de vosotros, pero creo que no hay mal que no reciba el bien a cambio, llevaré a mi familia a gozar del descanso, por ello os doy gracias sinceramente”. Firma, el marqués Gregorio Antonio de Esquilache.
Se reformó el gabinete y mucho lamentó Carlos III despedir al ministro
Esquilache junto con el resto de su equipo tan conocido y poco tiempo después se descubrió el origen del levantamiento, los autores del movimiento eran miembros del nuevo gabinete, y una nota relevante fue la interposición a la beatificación de un español que vivió cien años atrás en la Nueva España, llamado Juan de Palafox y Mendoza, obispo de la Puebla de los Ángeles que siempre encontró ocultos intereses que lo des habilitaban, al respecto, el Rey llegó a comentar: “¿Qué de malo hay en ser hijo bastardo, si se ama a Dios más que los bien nacidos?
La novela de donde fueron extraídos los datos de este artículo se titula exactamente: “El ilustre bastardo” donde encontramos infinidad de datos importantes de Don Juan de Palafox y Mendoza, pero eso lo trataré en futuros relatos.

Los discursos se parecen mucho a los asuntos que hoy día, después de muchos siglos no se han podido resolver o no se quieren resolver,
pareciera que “los Esquilache” se siguen reproduciendo al paso de los siglos y la práctica del “acaparamiento de alimentos” resulta sinónima de poder ¿No le parece? Gracias Guillermo Martínez Arámbula por tu novela “el ilustre Bastardo”, vida y obra de Don Juan de Palafox y Mendoza, producto de una intensa investigación muy bien documentada.