miércoles, 20 de noviembre de 2013

Obra maestra

Somos la obra maestra de la creación, por lo menos los sabios antiguos así lo declararon en su tiempo, comparaban las virtudes del ser humano con los actos instintivos de los animales en la manera como observaron la diferencia, calculaban los ilimitados recursos de la inteligencia al dominar la materia, diseñar leyes y emplearlas en su beneficio, fue entonces cuando gritaron: Somos la obra maestra de la creación.
Dios no puede habernos tratado peor que a los animales, dándonos la previsión de la muerte, es entonces cuando declaran que si a la vida material no sucediera una eterna, nada tendría sentido, quizás a eso se refiera el goce de nuestro pensamiento o nuestra alma, dicho razonamiento sería incompatible si no viniera de un poder superior que hace de nuestro cuerpo el templo en que reina una emanación de la divinidad, esa gran inteligencia que rige al mundo, como la mía al instrumento que me ha dado, soy hecho a imagen y semejanza de Dios.
Afirmo que soy soberano por mi libre albedrío y tengo derechos y deberes que debo respetar en mis semejantes. Así lo declararon los antiguos filósofos y sus ideas no tardaron en verse generalizadas y sostenidas por todos los pensamientos, pero exigían pruebas de la existencia del alma, este raciocinio en lugar de afectarse con la tecnología moderna, adquiere nueva fuerza, lo que puede calificarse como el carácter de la verdad.
Posiblemente esa verdad sea el resultado de la materia orgánica en acción, o viene de una fuerza particular, es como el movimiento de un  péndulo de reloj, movimiento que no existe por sí mismo sino que se mueve por medio de una fuerza aislada, pues jamás un efecto es superior a la causa, admitimos entonces que un cuerpo es un instrumento de una fuerza externa, como ejemplo podemos tomar el efecto del oído como instrumento de la audición, mas no la facultad de oír, el cerebro o los órganos de nuestra maquinaria son los instrumentos del alma o el pensamiento.
Conocemos el magnetismo, el calor, la luz y la electricidad como fuerzas materiales que solo son  modificaciones a distintas apariencias de un éter
universal, fluido que comprendemos por medio de nuestra inteligencia, esos efectos de calor o luz y el resto no puede ser análoga de la materia, es distinta y por eso se le define como fuerza inmaterial ya que nunca se destruye aunque desaparezcan los cuerpos que las representan, por lo que esta idea la concluyo afirmando que es la inteligencia quien domina los efectos caloríficos, eléctricos, luminosos y magnéticos, demostrando que no viene de la materia que es transformable.
Los actos de conciencia que instintivamente nos hacen distinguir lo bueno de lo malo y lo justo de lo injusto, apreciados por la razón, elevan el alma a su divina esencia, a su creador, y nos convencen que el alma es un destello divino, que ha
venido de esa divinidad y que a ella ha de refugiarse, de tal suerte que la inteligencia y el instinto superior se reúnen y demuestran que el alma existe y que a esa alma se debe el pensamiento.
Es lo mismo que comprender una atracción que no atrae, una sensibilidad que no se siente o una fuerza sin origen o punto de partida, porque, si las fuerzas materiales, al destruirse los cuerpos vuelven al seno de la naturaleza de donde salieron, el alma y el poder intelectual de los seres humanos retorna al seno de su creador, “la inteligencia infinita”, demostrando que en verdad somos una obra maestra, una obra divina que es la causa y el efecto, la manera de hacer las cosas, que finalmente se convierte en el legado a las generaciones futuras.

lunes, 14 de octubre de 2013

Twittmate - Más allá de Twitter

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Condición fundamental en quienes
solicitan ingresar a la masonería, “libre y de buenas costumbres”. La razón de
esta exigencia se debe a que de otra forma va a ser muy difícil que el
aspirante comprenda desde el pórtico, lo que la masonería pretende mostrar, se
traduce también como una libertad necesaria de pensamiento, hace muchos años
que nuestra constitución política abolió la esclavitud, de tal manera que el
concepto: “Libre y de buenas costumbres” se refiere al comportamiento habitual
de quien toca el umbral de la masonería.
El venezolano: Manuel Antonio Carreño
Muñoz, por el año 1853, nos entregó un manual de urbanidad y buenas maneras.
Fundamentando normas que se encuentran en las principales reglas de civilidad y
etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales, precedido
de un breve tratado sobre los deberes morales y las buenas costumbres, tal vez
podemos describir su texto como un compendio de formas, elementos y reglas
sobre los buenos modales útiles en las relaciones sociales o simplemente como
un contexto social.
Don Manuel Antonio Carreño pudo haber
conocido entonces lo que la masonería solicitaba de los aspirantes: “Libre y de
buenas costumbres”, porque solo con buenas costumbres, el acceso a las normas
del masón resulta un camino sencillo en el recorrido de los niveles que se
deben cursar, es como si los asuntos considerados buenos y malos estuvieran al
acecho, la inquietud por los problemas cotidianos obstruye nuestra vista y sin
sentir caminamos entre lo blanco y lo negro, con los símbolos que ello trata de
expresar, con la ayuda del “Carreño” y la masonería observamos los lineamientos
sociales y enfrentamos cualquier obstáculo.
Con libertad y buenas costumbres es fácil
respetar las leyes de la nación y más fácil acatar las leyes sociales y hasta
las leyes no escritas, la frase: “El respeto al derecho ajeno es la paz” sigue
y seguirá vigente por mucho tiempo, como sinónimo de “las buenas costumbres”
que nacen en el seno familiar, de tal suerte que una buena costumbre será
custodiar a la familia, célula del tejido social, el hijo debe respetar al
padre y él a la sociedad y ella a la autoridad encargada de las leyes y de esa
forma en sentido opuesto se cumple el ciclo necesario de: “Libertad y buenas
costumbres”.
Muchas veces he declarado que el masón
está por encima de lo bueno y lo malo, personificado tal vez por el caminar
sobre zonas blancas y negras como si fuera un tablero de ajedrez, sin afán de
colocar al masón como un ser superior, simplemente que su libertad le permite
descifrar los momentos buenos y los momentos malos, empleando la sensatez
adecuada en cada situación, de manera que siempre asumirá galantería con la
respuesta apropiada o raciocinio puntual frente a un conflicto social en
cualquier nivel.
No es casualidad que la estructura social
de los países este cimentada en principios masónicos, si revisamos la historia
de la humanidad vamos a encontrar multitud de percepciones que muestran un
soporte basado en la libertad y las buenas costumbres, inclusive la filosofía
del “municipio libre” contiene esa característica, se hace necesario que quien
gobierne un municipio, sea vecino del municipio ya que en el vecindario se
encuentran sus intereses de propiedad y trabajo así como los intereses
familiares, es obligatorio entonces que la seguridad de los bienes y personas
sea responsabilidad de un vecino, ocasionando que nadie resulte perjudicado ya
que solo el vecino caminará por lo bueno y lo malo sin perjudicar a cualquiera
ni dañarse a sí mismo.
“Libertad y buenas costumbres” contiene
muchas aristas, pero solo una filosofía, la búsqueda del bien común, como
divisa del masón, logrando el compromiso de hacer bien a todos mediante el
caminar entre lo bueno y lo malo con paso firme, consciente del compromiso
adquirido libremente cuando llamó a las puertas de la orden, que la curiosidad
le indicó en el momento apropiado y no antes ni después, aplicando su “libertad
y buenas costumbres”.
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viernes, 11 de octubre de 2013

Libre y de buenas costumbres

Condición fundamental en quienes solicitan ingresar a la masonería, “libre y de buenas costumbres”. La razón de esta exigencia se debe a que de otra forma va a ser muy difícil que el aspirante comprenda desde el pórtico, lo que la masonería pretende mostrar, se traduce también como una libertad necesaria de pensamiento, hace muchos años que nuestra constitución política abolió la esclavitud, de tal manera que el concepto: “Libre y de buenas costumbres” se refiere al comportamiento habitual de quien toca el umbral de la masonería.
El venezolano: Manuel Antonio Carreño Muñoz, por el año 1853, nos entregó un manual de urbanidad y buenas maneras. Fundamentando normas que se encuentran en las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales, precedido de un breve tratado sobre los deberes morales y las buenas costumbres, tal vez podemos describir su texto como un compendio de formas, elementos y reglas sobre los buenos modales útiles en las relaciones sociales o simplemente como un contexto social.
Don Manuel Antonio Carreño pudo haber conocido entonces lo que la masonería solicitaba de los aspirantes: “Libre y de buenas costumbres”, porque solo con buenas costumbres, el acceso a las normas del masón resulta un camino sencillo en el recorrido de los niveles que se deben cursar, es como si los asuntos considerados buenos y malos estuvieran al acecho, la inquietud por los problemas cotidianos obstruye nuestra vista y sin sentir caminamos entre lo blanco y lo negro, con los símbolos que ello trata de expresar, con la ayuda del “Carreño” y la masonería observamos los lineamientos sociales y enfrentamos cualquier obstáculo.
Con libertad y buenas costumbres es fácil respetar las leyes de la nación y más fácil acatar las leyes sociales y hasta las leyes no escritas, la frase: “El respeto al derecho ajeno es la paz” sigue y seguirá vigente por mucho tiempo, como sinónimo de “las buenas costumbres” que nacen en el seno familiar, de tal suerte que una buena costumbre será custodiar a la familia, célula del tejido social, el hijo debe respetar al padre y él a la sociedad y ella a la autoridad encargada de las leyes y de esa forma en sentido opuesto se cumple el ciclo necesario de: “Libertad y buenas costumbres”.
Muchas veces he declarado que el masón está por encima de lo bueno y lo malo, personificado tal vez por el caminar sobre zonas blancas y negras como si fuera un tablero de ajedrez, sin afán de colocar al masón como un ser superior, simplemente que su libertad le permite descifrar los momentos buenos y los momentos malos, empleando la sensatez adecuada en cada situación, de manera que siempre asumirá galantería con la respuesta apropiada o raciocinio puntual frente a un conflicto social en cualquier nivel.
No es casualidad que la estructura social de los países este cimentada en principios masónicos, si revisamos la historia de la humanidad vamos a encontrar multitud de percepciones que muestran un soporte basado en la libertad y las buenas costumbres, inclusive la filosofía del “municipio libre” contiene esa característica, se hace necesario que quien gobierne un municipio, sea vecino del municipio ya que en el vecindario se encuentran sus intereses de propiedad y trabajo así como los intereses familiares, es obligatorio entonces que la seguridad de los bienes y personas sea responsabilidad de un vecino, ocasionando que nadie resulte perjudicado ya que solo el vecino caminará por lo bueno y lo malo sin perjudicar a cualquiera ni dañarse a sí mismo.
“Libertad y buenas costumbres” contiene muchas aristas, pero solo una filosofía, la búsqueda del bien común, como divisa del masón, logrando el compromiso de hacer bien a todos mediante el caminar entre lo bueno y lo malo con paso firme, consciente del compromiso adquirido libremente cuando llamó a las puertas de la orden, que la curiosidad le indicó en el momento apropiado y no antes ni después, aplicando su “libertad y buenas costumbres”.
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miércoles, 2 de octubre de 2013

Pensamiento

El pensamiento es una facultad del ser humano que lo distingue del resto de las especies vivas, de lo cual se desprende el concepto de individualidad, presente en los seres humanos y aunque muchas otras especies manifiestan pensamiento, siempre se quedarán en el umbral, porque no examinan y nosotros lo hacemos de manera consuetudinaria, porque somos capaces de comparar, escoger y por lo tanto formar un juicio sobre las cosas conocidas.
Pareciera que una flor que curiosamente es conocida como pensamiento, comprendiera tal definición, si observamos, se muestra distinta a una buena parte del abanico floral que la naturaleza nos hace favor de regalar a diario y sin pedir nada a cambio, sabe que nosotros somos capaces de investigar y juzgar, muchas veces me parece observar que cuando le hablo a la flor, ella me obedece al impulso que le prodigo.
Hasta parece que posee determinada inteligencia, como si a ella se le hubiese entregado la facultad de recibir las impresiones de los sentidos, que le permiten comprender y combinar los actos que satisfacen sus necesidades, vamos, como si esa maravillosa flor mostrara una inteligencia similar a la nuestra y no actuara simplemente por instinto como si fuera un resorte conservador de su existencia.
Nosotros, los seres humanos, poseemos la razón junto con la inteligencia y el instinto, podemos elevarnos de lo concreto a lo abstracto pues comprendemos la naturaleza de las cosas y nos sometemos a la causa que produce eso que describimos como razón, inclusive logramos estudiarnos a nosotros mismos, por medio de la contemplación de lo creado, permitiendo encontrar la verdad que destruye los errores de la intuición y los sofismas de la inteligencia.
También creamos las ciencias y las artes arrancando a la naturaleza sus secretos, ese es el patrimonio de los seres humanos y gracias a ello podemos ver en todas las cosas lo real, lo ideal y la causa que los produce, de ese razonamiento surge un término que simplifica las cosas y lo definimos como facultad dual, es decir, que comenzamos a comprender lo que es el instinto y el afecto como una manera sencilla de diferenciarnos de los animales.
Sin embargo, parece que no comprendemos bien la lección, nos entregamos a gobiernos que se atribuyen todo y declarando que somos niños que requerimos ser tratados como rebaños, pero no son los gobiernos los culpables sino que encuentran seres humanos dóciles que se dejan gobernar porque encuentran ignorancia, apatía y egoísmo en los ciudadanos y forzosamente tienen que torturarlos y hacerlos marchar aun a su pesar, pues todo el que adquiere mando, casi siempre tiende a la tiranía.
La masonería quiere que las masas se eduquen particular y en grupo, los pueblos ilustrados no consienten tiranos y sí ayudan a sus buenos mandatarios en sus difíciles tareas, de nada sirven los buenos gobernantes con las más sanas disposiciones si sus gobernados se oponen a ellas, su ignorancia no les permite comprender o su apatía y egoísmo les encierra en un círculo de pereza e indiferencia.

La masonería impone a sus miembros el deber de ser hombres libres y virtuosos, sin que sea esa libertad el egoísmo y la resistencia a las leyes del país en que viven, ni a las disposiciones de los gobernantes en virtud de esas leyes, al contrario, ella exige de sus miembros el mejor respeto a la ley y a los magistrados, también establece como un deber sagrado el instruirse e instruir a los hombres hasta donde alcancen sus fuerzas, con el fin de que conozcan los derechos y deberes propios y los derechos y deberes de todos. El pensamiento adecuado entonces es que seamos instruidos, dignos y virtuosos y no solamente seremos libres nosotros, sino que podremos emancipar a todos los ciudadanos.

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sábado, 21 de septiembre de 2013

Imagina hábitos o vicios

Por: Julio Torres
Quienes fuman me van a entender, durante muchos años tuve la intención de abandonar el cigarro, pero todo resultaba imposible, aún cuando mi salud no era de lo mejor, pero algo me impulsaba a seguir dañando mi organismo.
Por aquel tiempo, cerca de los cuarenta años, me dedicaba a dar servicio a equipos médicos y mi vecino que tenía una clínica al lado de mi negocio, me pidió revisara uno de sus equipos y así comenzó todo.
Reparar el equipo de rayos X, me llevó unos quince minutos y como el doctor estaba ocupado, hubo que hacer una prueba en mi mismo, para comprobar la reparación, y decido hacer una prueba conmigo mismo.
Cuando el doctor, mi amigo, revisó el resultado de la reparación del equipo, solo me preguntó de quien era la placa revelada y desde luego que con temor admití que se trataba de mi organismo.
De inmediato me dijo: haré un trato, no me cobras la reparación y yo atiendo tu enfermedad, si fallo, te pago lo que me cobres, y si te alivio, me pagas el tratamiento, así que como fue un trato, casi un reto, acepté de buena gana.
Cuando estábamos cerrando el trato, no podía faltar el cigarro encendido entre mis dedos, y me dijo: como ya eres ni paciente, cuando entres a mi consultorio lo harás sin cigarro, fuera has lo que quieras.
Me sentí agredido, sin embargo lo resistí y como reto le entregué la cajetilla de cigarros y un encendedor muy apreciado al tiempo que declaraba: “este es mi último cigarro” a lo que me dijo: “así dicen todos los pacientes”
Experimenté  cierto enojo, pero algo  indicaba que debía aceptar,  y en ese momento movilizó a su personal, y como en una película, me trataron como a cualquier paciente y me hospitalizó.
Después de tres meses de un tratamiento preciso y contundente, una mañana me dijo, en este momento te doy de alta, ya puedes comprar en la esquina tu cajetilla de cigarros, para que sigas atentando contra tu vida.
Esa agresividad cumplía con un motivo especial que de momento no entendí, y para provocar enojo le dije: “en este momento me voy a disfrutar en una playa turística para celebrar”.
Cuando llegué al hotel de la playa, lo primero que hice, fue pedir una cerveza y una cajetilla de cigarros, y sorpresa, ni la cerveza pude beber, ni el cigarro soporté, entonces cambié de bebida y tampoco surtió efecto.
Intrigado por el fenómeno traté de probar con muchas bebidas y diferentes marcas de cigarros y el resultado fue el mismo, entonces decidí regresar con mi amigo médico que logró el milagro para cumplir con el trato.
Con toda intención me hizo esperarlo durante una hora o más hasta que se dignó recibirme, y cuando estuvimos frente a frente, solo le dije: “espero tu factura la liquidaré al momento”.
Al escucharme, solo emitió una carcajada de alegría y me dijo: “te derroté, sabía que te derrotaría y eso me tiene complacido, no me debes nada”.

El mejor consejo que puedo ofrecer es que, para asuntos de cigarro o de cualquier otro vicio, lo mejor es utilizar los servicios de especialistas, la solución a problemas de salud es real, nada es mágico, nada es casual.
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jueves, 12 de septiembre de 2013

Falacia consuetudinaria

En la década de los sesenta conocí de cerca el asunto de la selección de fútbol de México y también conocí a un personaje muy especial: Ignacio Trelles, el gran “Nacho Trelles”, un hombre de un gran valor como ser humano y como técnico de la selección de fútbol, a partir de entonces me llamó la atención un común denominador en función de los resultados que nunca nos daban el placer de festejar en grande, el “ya merito” o el “jugaron bien pero perdieron” poco a poco se convirtió en ese común denominador, o falacia consuetudinaria.
Pienso que algo no está bien dentro del grupo que maneja el fútbol, porque resulta confuso que jugadores de fuerzas inferiores hasta nos han regalado trofeos de nivel mundial y quienes ocupan lugares de la llamada “selección mayor”
hasta nos provocan descontento a la hora de buscar los resultados mínimos contra toda lógica estratégica, lo cual redunda en un descontento generalizado e incluso el desdén del aficionado que paga boleto de entrada en los estadios.
Quienes manejan el negocio del fútbol creen o no se dan cuenta que, quien paga su espectáculo no son los medios de comunicación, sino el aficionado que consume los productos que anuncian los medios,
pareciera que es al que menos toman en cuenta, tampoco reflexiona sobre el comerciante que  con gran esfuerzo acondiciona su negocio con tecnología de punta, con el único propósito de obtener mejores ventas cuando juega la selección de fútbol.
Por sistema, ocurre que todos los directores técnicos que han dirigido la selección mayor, comienzan con triunfos que nos invitan a declarar: “ahora si llegaremos a cuartos de final” y ese final es el mismo. ¿Llegaremos al mundial en esta ocasión?
Declaro que este artículo está escrito al día siguiente de la derrota sufrida ante la selección de Honduras que se sobrellevó terriblemente y como solución, se destituyó al director técnico en turno.
Decenas de directores técnicos han desfilado por la selección, cada uno de ellos me merece un reconocimiento por su trabajo, pero por sistema sucede que por causas diversas, en determinado encuentro, los jugadores “fallan” también por diversas causas, las disculpas son tan variadas como las excusas de seres irresponsables, olvidan a quien patrocina realmente el espectáculo, son los aficionados que siempre guardan la esperanza de “ahora sí”.
No es poco el dinero que perciben quienes participan en este juego de intereses, que dicen es con el fin de entretener a los fanáticos, solo me pregunto: ¿Si están contratados como profesionales, lo menos que deben hacer es jugar como profesionales?, muchas veces he analizado jugadores de otros países que en verdad si juegan como profesionales y los nuestros no imprimen la misma entrega, en ocasiones ni lo mínimo necesario.
Pienso que el director técnico en turno, carece de “poder” a la hora de elegir a quienes participarán en cada encuentro, parece ocurrir que alguien ajeno a la dirección técnica, dicta la lista de los prospectivos y bajo condiciones especiales, otras veces hasta me parece que existen ordenes de trabajar lo menos posible hasta conseguir la derrota, desde luego deseo fervientemente, que lo que acabo de decir solo sea locura mía, causada por la desesperación de ver que nunca salen las cosas como esperamos.
Cierta vez entrevistaron a un jugador de un equipo europeo que finalmente le ganó a nuestra selección, su opinión fue que afortunadamente el director técnico en turno, rechazó integrar a uno de jugadores mexicanos de gran prestigio, que bueno que no lo integró dijo, si lo hubiera hecho, lo más seguro es que por el impacto popular de dicho jugador, la derrota se hubiera presentado sin remedio y al parecer el resto del equipo europeo coincidió con ese punto de vista.
No hay duda que algo no se está haciendo bien en el fútbol de México, parece ser un mal de país, las mismas actitudes y reacciones se presentan en distintos ámbitos, no solo deportivos, hasta en lo político, donde no se toman la molestia de preguntar al ciudadano que es lo que realmente necesita, de manera que es un hecho que nadie voltea la mirada al fanático del fútbol, consumidor final del fabuloso negocio del “balompié”.
Por respeto a quienes manejan el negocio del fútbol, he decidido no mencionar nombres, es posible que muchos ejecutivos y jugadores lo tomarían como intimidación, sin embargo, a ellos solo quiero decirles que tienen ante su vista un gran problema,
el aficionado al fútbol también puede dar la espalda y ausentarse de los estadio y de los medios de comunicación, creando una catástrofe económica directa e indirectamente a quienes en este momento le han apostado al fútbol con sumas millonarias.
Hasta me parece escuchar a José Vasconcelos cuando declaró que se requerían 500 años en la lucha por hacer de los mexicanos una verdadera raza cósmica, con el señorío y poderío a que tiene derecho por haber nacido en esta patria maravillosa, que solo necesita que quienes la habitan, de manera real vistan el traje de triunfadores,
el traje de grandes señores en tiempo real y que sean capaces de entregar el mejor legado a las generaciones siguientes, que la falacia consuetudinaria se pueda sepultar en un pozo sin fondo y que surja la virtud del triunfo, la enseñanza positiva del nuevo México, el México en el que creo, en el México que derrumba la falacia consuetudinaria.
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lunes, 2 de septiembre de 2013

Serendipia infantil

La Serendipia es una práctica común en los niños, ellos no se encuentran supeditados a formulismos convencionales, simplemente son niños y como tales, descubren fácilmente palabras o conceptos como el que hoy nos ocupa, una Serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado, se produce cuando se busca otra cosa distinta, le pido me acompañe en esta aventura, creo que será de su agrado.
He titulado “Serendipia infantil” a este artículo porque considero que los niños nos muestran Serendipia a cada momento y de manera automática, él niño está libre de inducciones y pasiones, que nuestros padres y el medio ambiente se ocuparon de inculcarnos desde temprana edad, si esta palabra la hubiese descubierto desde mis años primeros, tal vez hoy sería mucho más feliz de lo que he sido a lo largo de mi existencia que no es poca cosa, pero nunca es tarde.
Serendipia se puede entender cuando un niño busca una galleta en la despensa y descubre deliciosos dulces, también puede referirse a la habilidad de reconocer que ha hecho un descubrimiento importante aunque no tenga relación con lo que busca, hasta podríamos describir la Serendipia como sinónimo de la casualidad, coincidencia o accidente, algunos autores han escrito sobre algo que han imaginado y que no se conoce en su época, a futuro se demuestra que eso existe tal como lo definió el escritor y con los mismos detalles.   
Ocurre en muchas familias que mamá, por razones educativas, a la hora de comer le sirve a papá un suculento trozo de carne y al niño solo un pequeño fragmento, desde luego que lo hace por razones convenientes a la constitución física de cada uno, pero el niño simplemente protesta porque supone que debe repartirse la comida en partes iguales aunque no se consuma de inmediato, a la sazón descubre por Serendipia que el mundo no es igual para todos, algunas veces  le han hablado de la igualdad y la fraternidad en familia, ahora ha descubierto que el mundo es distinto.
El niño todavía no sabe lo que es la democracia, solo sabe que la estructura familiar es de arriba hacia abajo, que las ordenes se dictan de mamá a hijo y de papá a mamá e hijo, de manera que le desconcierta infinitamente el lugar que ocupa en la familia y como desconoce los mecanismos de “presión” que debe ejercer, no le queda más remedio que aplicar en primer término algo que conocerá a futuro como “tolerancia”, sin embargo, una situación de este tipo desencadena evidentemente una serie de acciones que afectan el buen funcionamiento familiar.
Muchas veces no damos importancia a los “pequeños detalles cotidianos”, no computamos los efectos de estas causas o lo que causa un efecto como el descrito, pasado el tiempo ocurrirá una Serendipia, cuando ya se hayan descompuesto tanto las relaciones familiares, que descubrir una solución aceptable implicará una tarea difícil como el encontrar una aguja en un granero.
En tiempos remotos se entregaba todo el poder en un Rey que prácticamente era dueño de vidas y haciendas, entonces, los súbditos solo se preocupaban por obedecer mandatos, muchas veces injustos, pero a cambio recibía un pedazo de pan y un poco de agua con unos granos de sal, eso era suficiente en su vida y no se daba cuenta de que el rey, si degustaba los manjares más sofisticados y caros, esta situación prevaleció muchos años hasta que un día, alguien aplicó la Serendipia y descubrió que el Rey era distinto, que comía muchas cosas además de pan agua y sal.
Imagino entonces que, por Serendipia, se descubrió lo que hoy conocemos como el poder tripartita o sea: La democracia, donde el Rey, ministro o presidente no puede ejercer el poder de manera absoluta, así el niño, cuando no entendía la marcada diferencia a la hora de comer, donde la decisión se tomaba de manera “autoritaria”, es decir, en un solo sentido, es posible que los problemas del mundo en este momento se deban a que no todos tenemos el mismo tamaño del trozo de carne a la hora de la comida.