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martes, 31 de marzo de 2015

“Los títeres del poder”

mejores padres, mejores hijos
“Los títeres del poder”
Por: Julio Torres
Transcribo este título íntegramente, lo mismo que el contenido porque es un artículo que leí en un diario local, escrito por la periodista Patricia Estrada, y en él describe que es la ausencia de congruencia, lo que ha sumergido al poder legislativo en la desconfianza ciudadana; los politólogos vaticinan que este proceso electoral 2015 será marcado por la danza de los millones, el abstencionismo o el voto nulo debido al grado de insatisfacción social y la perdida de representación popular.
Dice en su reporte la periodista Patricia Estrada que el estilo de vida de los diputados es totalmente apartado de la realidad nacional y mientras el gasto público es sacrificado en año austero, las dádivas legislativas son irreductibles sin importar que el país vaya en picada económica; el diputado mexicano es figura inalcanzable, gasta suela de zapato en campaña pero después ni regresa al distrito e ignora las críticas públicas que origina la mediocridad en su trabajo o la presunción en redes sociales de sus excesos económicos.
Con nuevos actores y partidos en la escena electoral, qué tendría de
diferente este proceso federal, cuyos bajos resultados de participación han sido el talón de Aquiles cada tres años, no veo que la ampliación de la oferta política anime a los votantes; los intereses son los mismos y los fallidos resultados también; creo que en términos generales competirá una caballada flaca, políticos sin oficio pero con amarres coyunturales que les ha permitido “colgarse” de una candidatura sin “sudar” la camiseta, aislados del ciudadano “de a pie y carentes de identidad

propia.
Los ciudadanos sienten que su opinión es relegada del debate de temas trascendentales en la vida nacional, por eso es que la periodista Paty, les califica como “títeres del poder”, sus justificaciones sobran, cuando las familias mexicanas son agraviadas con más impuestos; hace mucho que los legisladores dejaron de escuchar, adoptaron el servilismo como método de supervivencia, y hay quienes descaradamente han puesto precio a su voto y a su dignidad personal; no importa el asalariado, ni el indígena, ni la madre soltera, ni los abuelos con pensiones miserables,
solo les importa proteger los interés de ellos.
En fin, vendrán las campañas electorales cargadas de descalificadores, “sonrisas de cartón” y devaluadas promesas de cambio; no creo que debamos resignarnos a seguir manteniendo a una clase política abusiva, en las urnas cabe la razón pero también el hígado; el voto es nuestro derecho y también una forma de protestar contra la deteriorada representación popular.

Espero que Usted: Patricia Estrada y su editor que publicó este punto de vista, me disculpe por hacerme partícipe de su idea, porque en verdad, nosotros los ciudadanos ya estamos cansados de tanto despilfarro y lamento no estar de acuerdo con las estadísticas “oficiales” que me hacen pensar que viven en otro país que de ninguna manera es el nuestro, sería saludable que nos dijeran como se llama el país donde ellos, los políticos viven espléndidamente.

viernes, 23 de mayo de 2014

Libertad y poder

mejores padres, mejores hijos
Libertad y poder
Libertad de consciencia, libertad política, libertad religiosa, libertad, libertad y libertad, parece que es el clamor popular en muchas partes del mundo, pero en realidad ¿a que se refiere la humanidad cuando pide libertad?, lo que nunca escucho es que los grupos soliciten puntualmente la libertad como medida agrupadora y lo único que consiguen con sus reclamos es dividir, sin dejar en claro el “móvil” real
o verdadero de su demanda.
Han pedido “libertad de consciencia o tolerancia de los cultos” sin meditar que la libertad religiosa en toda la extensión de la palabra no indica civilización, sino debilidad del poder, equivale a decir que el país profesa una religión determinada, que es la del estado, no se contentará con adorar a Dios y reconocer la insuficiencia del ser humano en su apreciación, sino en la locura de su vanidad, de tal
suerte que se incrementa la discrepancia entre “rojos y verdes, azules y amarillos, buenos y malos y finalmente, todos contra todos”.
El orgullo ciega al que se erige como líder cuyos principios no resultan muy claros, más bien parecieran asuntos políticos o religiosos que buscan confundir a los menos informados y si el creador entregó a cada ser humano determinada inteligencia personal y el libre albedrío, lo único que se pide a un supuesto “líder” es que no altere la paz pública,
que no moleste la creencia o religión de otros, o que subleve los sentimientos humanos con sacrificios horribles, u ofenda las buenas costumbres de una comunidad.
La libertad de consciencia o la tolerancia de los cultos debe ser una bandera que todo ser humano tiene derecho a enarbolar conforme a su libre albedrío, por lo tanto, cuando alguien trata de hacer cambiar mis convicciones políticas y religiosas siempre contesto: “tolerancia, si, tolerancia con mis creencias, tolerancia no indica civilización, más bien significa debilidad de poder, puesto que si alguien trata de hacerme cambiar de afinidades políticas o religiosas, solo consigue que cierre las puertas de mi entendimiento a cualquier mensaje recibido”.
La intolerancia consigue dividir a la sociedad, actualmente se aprecian noticias de distintos países donde esa falta de “tolerancia” nos muestra una serie de disturbios entre ciudadanos y autoridades, de manera que la razón de ser de las autoridades, cuyo único “trabajo” implica proporcionar seguridad, salud y educación al ciudadano, en la medida que incumpla con sus tareas fundamentales, la división social se presenta como un “cáncer” difícil de erradicar, y que por desgracia solo con tolerancia se puede aplicar una terapia eficiente.
Con la religión de estado sucede lo mismo, se extravía la más clara inteligencia y se pierde el instinto socia: La justicia, pues los que se dicen religiosos terminan por incrementar el descontento particular y general causado por la diferencia de pensamiento y la variedad de “verdades” que cada persona trata de imponer mediante su leal poder y entender que transmite sin consideración alguna las ideas que considera son divinas o simplemente apegadas los usos y costumbres del lugar en que se pretende implantar.
La libertad y el poder religioso, la libertad y el poder político, mucho se parecen a la idea de mezclar el agua y el aceite, porque no puede consolidarse sin la degradación, en este momento recuerdo a Moisés
que al no atreverse a decir la verdad al pueblo de Israel y en querer civilizar con la obediencia pasiva; aunque oriundo de los esclavos de Egipto, se enlazó con la casta sacerdotal, legisladora y guerrera e iniciado en todos los misterios, batalló por libertar a sus hermanos hasta que lo consiguió en su vejez, buscando con ellos una tierra donde escapar del influjo de sus inteligentes dominadores y fundar su pueblo.

Libertad y poder quisiera que fueran sinónimos que se encargaran de proporcionar justicia a todos los pueblos del mundo, creo que con ello conseguiríamos lo mínimo necesario que nos proporcione felicidad, sin embargo, considero que no estamos lejos de conseguir algo parecido, tal vez si perfeccionamos la educación pública investigando el origen del sentimiento religioso y definiendo las nociones
que tenemos de la divinidad y que sus leyes no ofendan la justicia y se coloquen a la altura del progreso de estos tiempos y que nunca más la sociedad resulte dividida aunque los grupos humanos ostenten distintos colores y distinto poder, entonces, solo entonces encontraremos la verdadera libertad.