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viernes, 23 de mayo de 2014

Libertad y poder

mejores padres, mejores hijos
Libertad y poder
Libertad de consciencia, libertad política, libertad religiosa, libertad, libertad y libertad, parece que es el clamor popular en muchas partes del mundo, pero en realidad ¿a que se refiere la humanidad cuando pide libertad?, lo que nunca escucho es que los grupos soliciten puntualmente la libertad como medida agrupadora y lo único que consiguen con sus reclamos es dividir, sin dejar en claro el “móvil” real
o verdadero de su demanda.
Han pedido “libertad de consciencia o tolerancia de los cultos” sin meditar que la libertad religiosa en toda la extensión de la palabra no indica civilización, sino debilidad del poder, equivale a decir que el país profesa una religión determinada, que es la del estado, no se contentará con adorar a Dios y reconocer la insuficiencia del ser humano en su apreciación, sino en la locura de su vanidad, de tal
suerte que se incrementa la discrepancia entre “rojos y verdes, azules y amarillos, buenos y malos y finalmente, todos contra todos”.
El orgullo ciega al que se erige como líder cuyos principios no resultan muy claros, más bien parecieran asuntos políticos o religiosos que buscan confundir a los menos informados y si el creador entregó a cada ser humano determinada inteligencia personal y el libre albedrío, lo único que se pide a un supuesto “líder” es que no altere la paz pública,
que no moleste la creencia o religión de otros, o que subleve los sentimientos humanos con sacrificios horribles, u ofenda las buenas costumbres de una comunidad.
La libertad de consciencia o la tolerancia de los cultos debe ser una bandera que todo ser humano tiene derecho a enarbolar conforme a su libre albedrío, por lo tanto, cuando alguien trata de hacer cambiar mis convicciones políticas y religiosas siempre contesto: “tolerancia, si, tolerancia con mis creencias, tolerancia no indica civilización, más bien significa debilidad de poder, puesto que si alguien trata de hacerme cambiar de afinidades políticas o religiosas, solo consigue que cierre las puertas de mi entendimiento a cualquier mensaje recibido”.
La intolerancia consigue dividir a la sociedad, actualmente se aprecian noticias de distintos países donde esa falta de “tolerancia” nos muestra una serie de disturbios entre ciudadanos y autoridades, de manera que la razón de ser de las autoridades, cuyo único “trabajo” implica proporcionar seguridad, salud y educación al ciudadano, en la medida que incumpla con sus tareas fundamentales, la división social se presenta como un “cáncer” difícil de erradicar, y que por desgracia solo con tolerancia se puede aplicar una terapia eficiente.
Con la religión de estado sucede lo mismo, se extravía la más clara inteligencia y se pierde el instinto socia: La justicia, pues los que se dicen religiosos terminan por incrementar el descontento particular y general causado por la diferencia de pensamiento y la variedad de “verdades” que cada persona trata de imponer mediante su leal poder y entender que transmite sin consideración alguna las ideas que considera son divinas o simplemente apegadas los usos y costumbres del lugar en que se pretende implantar.
La libertad y el poder religioso, la libertad y el poder político, mucho se parecen a la idea de mezclar el agua y el aceite, porque no puede consolidarse sin la degradación, en este momento recuerdo a Moisés
que al no atreverse a decir la verdad al pueblo de Israel y en querer civilizar con la obediencia pasiva; aunque oriundo de los esclavos de Egipto, se enlazó con la casta sacerdotal, legisladora y guerrera e iniciado en todos los misterios, batalló por libertar a sus hermanos hasta que lo consiguió en su vejez, buscando con ellos una tierra donde escapar del influjo de sus inteligentes dominadores y fundar su pueblo.

Libertad y poder quisiera que fueran sinónimos que se encargaran de proporcionar justicia a todos los pueblos del mundo, creo que con ello conseguiríamos lo mínimo necesario que nos proporcione felicidad, sin embargo, considero que no estamos lejos de conseguir algo parecido, tal vez si perfeccionamos la educación pública investigando el origen del sentimiento religioso y definiendo las nociones
que tenemos de la divinidad y que sus leyes no ofendan la justicia y se coloquen a la altura del progreso de estos tiempos y que nunca más la sociedad resulte dividida aunque los grupos humanos ostenten distintos colores y distinto poder, entonces, solo entonces encontraremos la verdadera libertad.