martes, 4 de febrero de 2014

Las artes del engaño

mejores padres, mejores hijos
Cuando alguien dijo: “Somos la creación a imagen y semejanza de Dios”, el desliz se magnifica, dudo mucho que Dios haya querido que su obra quedara tan frágil, la capacidad de auto destrucción que le fue entregada parece no tener límites, la práctica del engaño adquiere matices demoledores sin límites, el uso de las palabras puede expresar el más dulce de los pensamientos o estallar una destrucción masiva, sin proyecto definido o por el simple hecho de comunicar algo, destructivo o no.   
El poder de la palabra se ha demostrado un cúmulo de veces en todos los niveles, en todas las creencias y en todos los idiomas, pero nunca es tarde cuando se trata de comprender lo bueno y lo malo de dichas palabras, esta vez quiero dedicar este espacio a tratar de descifrar la manera como muchas veces expresamos engaños por medio de simples palabras emitidas por personas de buena fe y con la mejor de las intenciones.
Las frases célebres que muchos de nuestros antecesores pronunciaron resultan ser un poderoso apoyo, como el caso de Einstein cuando dice:
“Todos somos ignorantes, pero no todos ignoramos las mismas cosas”. “Algunas personas causan felicidad a donde van, otras, cuando se van”; dijo Oscar Wilde. La educación es una vacuna contra el charlatán que explota la ignorancia, por medio de la hipocresía en favor de su ambición.
Pero que sucede cuando nos encontramos frente a un vendedor persuasivo, que no permitirá un no, como respuesta, manifiesta argumentos seriados, uno tras otro, con tal facilidad, que poco a poco
colocará sutilmente un vendaje en nuestros ojos sin percatarnos, logrando en conclusión la firma del contrato ofrecido sin dar tiempo a recapacitar si se trata de algo necesario en verdad pero finalmente está firmado y hasta es capaz de regalar el bolígrafo que logró la tan “anhelada venta”.
La gramática juega un papel muy importante, cada letra y cada palabra adquieren el valor que el vendedor pretende que parezca, es importante reconocer que en esta vida todo es negociable, que se vive
mediante el “trueque”, es decir que una sola persona o una sola familia no es competente de producir todo lo necesario, siempre se necesita algo que el vecino produce, de manera que el llamado “trueque” o intercambio de productos, siempre va a ser necesario, debemos recordar que son tres los principales problemas a resolver desde que nacemos: Lo económico, lo social y lo sexual y que dichos problemas o necesidades habremos de resolver dos o tres veces al día mientras nuestra vida esté vigente.
La retórica, o sea, la manera de decir las cosas depende de una buena utilización de las palabras, esa retórica va a ser la herramienta fundamental de quien nos propone su producto, sea bueno, regular o malo, las artes del engaño son infinitas, como infinitas son las combinaciones de palabras que un ser humano puede utilizar a la hora de ofrecer su producto en venta, de ninguna manera será tiempo perdido si cuando recibe una oferta, valora si el producto que le ofrecen en verdad es necesario en este momento, tal vez sea
necesario dentro de un mes o quizás un año, entonces, no debe invertir en ese producto de momento, calificar la calidad que implica durabilidad y algunos otros factores, la forma de pago, en fin, un dicho muy antiguo: “Si te venden, compra, si te compran, vende”.

Los chicos se enamoran por lo que ven y las chicas se enamoran por lo que escuchan. Por eso las chicas usan maquillaje y los chicos mienten. La única cosa que se, es saber que nada se, y esto cabalmente me
distingue de los demás filósofos, que creen saberlo todo. Desde luego que el padre de lo anterior es Sócrates. Es bueno recordar que lo dulce es precioso, pareciera que todos estamos preparados a recibir lo dulce, pero resulta efímero con respecto a lo amargo que siempre nos preguntamos ¿Por qué a mí me ocurre todo lo malo? El mensaje es entonces: Prepárate a recibir lo malo o lo amargo, porque de ello aprenderás a defenderte de las artes del engaño.

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