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miércoles, 1 de abril de 2015

El vicio, pasión y fanatismo

mejores padres, mejores hijos
El vicio, pasión y fanatismo
Por: Julio Torres
Vicio, pasión y fanatismo, pareciera que estoy hablando de “pecados capitales”, pero de ninguna manera, hablo de vicio, pasión y fanatismo, como tres factores que más han dañado a la humanidad desde que se tenga memoria, y claro, me dirá usted que prácticamente se trata de lo mismo con distinto nombre, sin embargo, quiero acudir a una cita de Confucio cuando señala que: Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como “amos” que nos dominan sin remedio.
Hacer una lista de los vicios puede complicarnos la idea de este
reportaje, pienso que cada uno de nosotros debemos pensar en una actividad personal que nos ubique en el nivel de vicio calificado consciente o inconscientemente; ya sea el fumar, beber y hasta comer, de manera que la mejor forma de hacerme entender es haciendo una definición de lo que entiendo por vicio que no es otra cosa que “el contentar mis deseos”.
Quizás una taza de café después de una magnífica comida sea lo más
adecuado y acompañada de una copa de un coñac de mediana o gran calidad, conforme a las reglas viticultoras conocidas, y cerrando el cuadro con el humo y aroma de un excelente tabaco, así que, café, coñac y tabaco nos va a proporcionar una gran satisfacción además de una “imagen social” relevante.
Hasta este momento esta pequeña celebración puede considerarse inofensiva y todo termina cuando se da por terminada “la celebración” y como en los cuentos, “vivieron muy felices”, pero resulta que a alguno de
los comensales, le quedó un pequeño espacio que merece una segunda o tercera copa de coñac y pues, pedir otro café y otro tabaco y la acción se puede repetir una y otra vez, tantas veces como se requiera “contentar el deseo”, en ese momento cruzamos la delgada línea entre el gusto y el vicio.
La pasión generalmente la vinculamos con el enamoramiento, pero en este caso, implica contentar el deseo y si se pierde la dimensión de esa pasión, sin remedio nos conduce al vicio de la pasión, pero tal vez el más
peligroso de todos sea el fanatismo, porque el juego nos fanatiza, la religión nos fanatiza, “la jugada del dominó” también nos fanatiza, inclusive la lectura, en fin, todo cuanto podemos implementar puede apasionar, y entonces ¿Qué hacer?
Regresando al pensamiento de Confucio: Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos. Así es, nos manejan como si fuéramos sus fieles sirvientes, capaces de sucumbir al menor mandato, si se trata del tabaco y se ha terminado a las dos de la
madrugada, lo conseguimos con la audacia de un adolescente, si la pasión por la amada se exagera lo suficiente, nuevamente resultamos “atrapados” pero el fanatismo es quizás el peor de todos porque el papel que la conciencia juega puede aniquilarnos irremediablemente.

El consejo adecuado creo deberá ser el siguiente: vicio, pasión o fanatismo exagerado resulta nuestro gran enemigo, pero no debemos tratar de erradicarlos, simplemente controlarlos, y no permitir jamás que ellos nos dominen, no olvidar que ese es el trabajo de nuestra conciencia, la que nos indica el camino correcto en cada uno de nuestros actos, escuchemos la voz de la conciencia como si se tratara de la voz Divina que nos indica que hacer y cómo hacerlo, no dejen que vicios pasiones y
fanatismos se conviertan en amos y dueños de su vida, alguien dijo: “Es un lujo estar vivos, es un privilegio poder amar”.