Hasta que la muerte nos separe
Muchos son los discursos que se emiten ante la
relación matrimonial, a menudo se ha dicho que el éxito en el matrimonio de
debe a la armonía en todos los niveles de la existencia humana, es decir, en el
físico, el mental y el espiritual, sin embargo, en contra de lo que muchos
dicen, la felicidad marital no se basa en la atracción de los opuestos, más
bien, en la combinación de los atributos complementarios de cada uno de los
cónyuges, en otras palabras, marido y mujer deben tener un punto de vista similar,
una meta en común y cada uno debe contribuir con sus esfuerzos en una forma
complementaria.
Cuando el esposo y la esposa tienen puntos de vista
incompatibles o persiguen metas opuestas, se presenta la discordancia, la
amargura, la aspereza y el odio toma el lugar del amor y la dulzura, todo
comienza cuando de manera errónea se afirma que los matrimonios exitosos “se
hace en el cielo” o secreta e inconscientemente, están de acuerdo con el
concepto de “los compañeros del alma”, de manera que, sin tomar en cuenta la
etiqueta que se le imponga, se declara que si el matrimonio es “bueno”,
entonces, “todo saldrá bien”.
Prevalece entonces el punto de vista de que los
matrimonios “simplemente suceden”; que estos matrimonios no requieren ningún
esfuerzo de parte de las personas involucradas y claro, con semejante enfoque
del matrimonio, no sorprenderá que tan pronto surge un problema, se asuma
automáticamente que debe existir algo malo, la realidad es que un matrimonio en
crisis debe ser considerado, en primer lugar, como un matrimonio equivocado,
recordemos que nada sucede sin que exista una causa.
Una esposa puede haber llegado al matrimonio con la
esperanza secreta de que después de un tiempo “razonable” ella y su esposo
habrían logrado alguna meta específica, o como ocurre muchas veces, a medida
que el matrimonio progresa, las esperanzas de uno, del otro o de ambos
compañeros, se tornan diferentes de lo que originalmente se pensó o de lo que
se había acordado, en cualquier caso, la simple verdad es que la frustración
absoluta de no ver realizadas las esperanzas, es lo que rompe la comunicación y,
eventualmente, rompe la felicidad.
La experiencia ha demostrado que los matrimonios
infelices pueden enmendarse, simplemente introduciendo “buena voluntad” dentro
del vínculo, pero esa buena voluntad debe ser aportada por ambos, el esposo y
la esposa, y frecuentemente se manifiesta como “paciencia”, “franqueza” y un
profundo compromiso a contribuir a la felicidad y al bienestar mutuo, en
resumen, esposo y esposa se dedican al “ideal” de lo que es un matrimonio feliz
y se preparan a trabajar juntos en la búsqueda de ese fin.
Existen situaciones en las que uno de los cónyuges no
está dispuesto a invertir la clase de energía que se necesita en la solución de
los conflictos y desacuerdos que invariablemente surgen dentro del matrimonio,
no se percata que la infelicidad ya sea dentro o fuera del matrimonio, es una
señal de intolerancia, pues, la falta de armonía se considera un reto, una
oportunidad, como oportunidad de conocer mejor “el ser” a través de una
comprensión apropiada de las causas de su dolor y sufrimiento y no piensa que a
pesar de todo, si el sufrimiento llega a ser insoportable, entonces puede ser
más prudente disolver el matrimonio.
Sin embargo, la simple disolución del matrimonio no
equivale a resolver las causas del problema que condujo a la destrucción del
vínculo, una y otra vez las personas divorciadas acaban casándose con otras de
carácter similar al del primer cónyuge y enfrentándose con los mismos problemas
que condujeron al divorcio anterior, claro que es bueno hacer un análisis
final, la intolerancia es con regularidad un reflejo de la falta de armonía que
existe dentro de nosotros mismos.
Si actualmente está experimentando incompatibilidad en
su matrimonio, le recomiendo visualice una solución imparcial del problema, es
muy positivo visualizar que ambos, usted y su cónyuge, están felices y
contentos juntos, repita su visualización tantas veces como lo considere
necesario y trate de estar receptivo a las impresiones e impulsos de su ser
interno como el maestro que todos llevamos
internamente, y esas impresiones e impulsos le señalarán el camino en cuanto a lo que debe hacer en la obtención de ese estado de felicidad y bienestar que usted desea, y por qué no, hasta que la muerte los separe.