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domingo, 23 de noviembre de 2014

Milagro en tiempo y forma

mejores padres, mejores hijos
Milagro, en tiempo y forma
Por: Julio Torres
La historia natural de los milagros mucho se parece a la historia natural de una vida, de una empresa y de todo cuanto se refiere a los seres humanos, la buena nueva es que aun cuando somos capaces de crear cosas desagradables, también somos poderosos de crear cosas muy agradables en nuestra vida, crear deliberadamente mejores condiciones personales y del entorno es más sencillo de lo que se imagina y las condiciones necesarias que permiten lograrlo son verdaderamente naturales.
La sabiduría de la naturaleza siempre se hace presente, entonces, se
requiere establecer un modo de tranquilidad y quietud que nos permita ejercer una vacuidad, es decir, “vaciar” un poco de lo que utilizamos normalmente con el fin de crear un espacio suficiente y que el universo pueda entregarnos su bondad y conocimiento y llene ese espacio que hemos desocupado, pero con aquello que pedimos y que necesitamos simplemente porque ya no estamos llenos y ese lugar vacío nos regalará el espacio suficiente que ocupará el milagro solicitado.
Pero hay más, debemos conseguir que nuestra vida e intención se muevan en la misma dirección, como se mueve el universo, él nunca
cambia de dirección, nunca tratar de nadar contra corriente, si lo que queremos lo enfilamos en distintas direcciones, el universo no va a saber exactamente qué es lo que queremos, lo cual equivale a entorpecer la idea y por ende, su progreso, así que siempre debemos ajustar el curso de los acontecimientos, cambiar el objetivo simplemente por el placer de cambiarlo resulta un atentado al flujo universal.
Una buena medida, implica o condiciona el preguntar, si sabemos lo que realmente queremos, el universo cumplirá el pedido con sorprendente
precisión; nunca tratar de pedir algo que no está conectado con un propósito alto, esto condiciona a involucrar y maximizar, es como la expansión de lo que ya existe, el universo es muy cuidadoso, rechaza con odio la pérdida, quien utiliza su energía con valorada gratitud y cuidado invariablemente es recompensado, no utilizar nuestros dones, tarde o temprano los perderemos.
El “dar” alivia la congestión, es decir, el dar ayuda mucho cuando se
presentan eventos o fenómenos que desconocemos o que simplemente no comprendemos, es entonces cuando el dar resulta muy efectivo, pero sin esperar nada a cambio, el universo no pone condiciones cuando da, lo que pide es muy poco y sencillo, solo requiere que aquello que se pide permanezca “aterrizado” porque el poder fluir adecuadamente solo implica “cerrar el circuito” del cielo a la tierra en el sentido creado desde el principio de los tiempos.
El propósito como seres humanos debe ser aprender a ver “lo mejor” y desear lo mejor, aunque ello pareciera inalcanzable, ver o visualizar lo que deseamos es fundamental, inclusive pudiera ser imposible, no importa, lo verdaderamente importante es estar armonizados con el universo, y que la condición de agradecimiento funcione al unísono con el trabajo universal, pero cuidado, si la armonía es negativa, también se cumple, es por eso que los mecanismos de solicitud deben contener una buena carga de bondad y agradecimiento.
Ayudarse a sí mismo es otra condición básica, las cosas no ocurren
simplemente así, espontáneamente, es necesario el esfuerzo personal, de otro modo las cosas o las peticiones jamás se cumplen, ya vimos que la energía fluye de manera cíclica a través del universo, cuando se trabaja con una circulación de flujo es cuando los milagros ocurren y no de otra forma, desde tiempos remotos se ha dicho que en “la forma que damos” es “la misma en la que recibimos”, lo anterior obliga a ser o estar “abiertos a lo que va a suceder, estar listos y dispuestos a aceptar el flujo que nos llega, gozarlo y tomar conciencia de lo que llega.

Los milagros existen, ni dudar de ello y han existido desde la noche de los tiempos, los milagros suceden a cada momento en todo el universo, pero los milagros obedecen condiciones exactas y muy bien estructuradas, vale la pena reafirmar que nada es casualidad, que todo es producto del principio de causa y efecto, es decir, que si lo que solicitamos se encuentra ajeno al orden universal, es como si pretendiéramos solicitar algo en nuestro idioma a una persona que nació donde se habla un idioma distinto al nuestro, de tal manera que me quedo con la necesidad de comprender primero, el funcionamiento del universo, él es preciso y concreto, y si logro conocerlo, es seguro que el milagro que solicito se cumplirá en tiempo y forma.