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martes, 15 de mayo de 2012

Macrocosmos y microcosmos

mejores padres, mejores hijos

Por: Julio Torres.
Resulta sorprendente darse cuenta de que aunque el cuerpo del ser humano esté físicamente completo al nacer en lo que respecta a su estructura y órganos, aún necesite ese último ingrediente, fuerza, energía o vitalidad esencial que se encuentra misteriosamente oculto en el aire, para hacerlo un ser vivo.
La inhalación del primer aliento es como prender el conmutador que hace funcionar una enorme máquina, la cual, antes de que la corriente eléctrica entrara al motor, no tenía ningún uso, aunque tal vez su montaje presentara una agradable apariencia.
Es muy necesario apreciar la relación que guarda el hombre con el universo, esto se puede comprender fácilmente si cada uno de nosotros recuerda o conoce el concepto que los biólogos tienen sobre las más pequeñas células de vida.
Observar con un microscopio una célula viviente, notaremos que parece flotar en el liquido en que se encuentra situada sobre el cristal del microscopio, es tan pequeña que sin el microscopio no lograríamos ver claramente ni siquiera la gota de líquido en que está la célula.
Ante el microscopio la pequeña gota de líquido se convierte en un gran lago, en el cual podemos ver muchas células flotando, vemos que se mueven con determinada velocidad sobre el líquido, como si fueran pelotas de goma flotando en la superficie del lago.
Un examen minucioso permite ver que las células casi son transparentes y que vibran con una fuerza vital sin que se pueda descubrir que y de donde procede esa fuerza, esa energía, y no queda más remedio que calificarlo como fuerza divina.
Independientemente los biólogos saben que las células están conectadas entre si pero, también se sabe que ninguna de estas células podría vivir ni un instante si se le separa del líquido en el que flota y tiene su existencia.
Todas las células respiran, beben y palpitan con la misma energía vibratoria como una unidad, unidas en tal forma que las hace individualidades no separadas, sino unidades verdaderas de una sola masa, como lo enseña la biología.
La relación del hombre con el universo es idéntica, aún en contra de nuestras creencias preconcebidas, no tenemos individualidad separada en cuanto a nuestra existencia, todos estamos unidos en este universo, como lo están unidas en una masa de carne, hueso o sangre.
Considero que con lo dicho en los párrafos anteriores ya conocemos los términos: “Macrocosmos y microcosmos” que se han empleado en la explicación de la relación del hombre con el universo y el reto es mostrar que no es teoría solamente, sino realidad.
Muchos filósofos en sus escritos antiguos, trataron de aclararnos estas cosas con sencillez, pero su lenguaje oculto o simbólico ha ocasionado malas interpretaciones en algunos estudiantes de ocultismo, que tratan de traducirlos literalmente.
En el hombre todo lo que es real en él y de él es en verdad una parte del universo, en reportajes anteriores se dijo que “el hombre es una alma viviente”, que su cuerpo no es la parte real de él, que la materia es una cosa incidental en su existencia y que el espíritu, es la fuerza que anima a toda la materia, es lo que realmente existe.
El espíritu no cambia, su naturaleza es siempre la misma, pero las formas materiales, las estructuras físicas en las que se manifiesta, cambian continuamente.
Pero el hombre es dual, él es un alma encerrada en una forma material, por medio de la que expresa su personalidad particular, y debido a lo particular del asunto expuesto, considero que es tema del siguiente reportaje al que le invito cordialmente, hasta entonces.