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viernes, 21 de febrero de 2014

Causa primera

mejores padres, mejores hijos
Alguna vez nos hemos preguntado: ¿Qué es Dios? Y ahora recuerdo que en algún lugar escuche que: “Dios es la máxima inteligencia, primera causa de todo lo que existe”, es decir, lo que no tiene principio ni fin; lo desconocido y todo lo desconocido es infinito, decir que Dios es infinito resulta una definición incompleta, condición pobre que no define las cosas superiores a su inteligencia porque Dios es infinito en sus perfecciones, pero lo infinito es una abstracción, decir que Dios es lo infinito sería tomar el atributo por la misma cosa y
definir una cosa que no es conocida por otra que tampoco lo es.
Algunos seres humanos de distintas condiciones preguntan: ¿Dónde pueden encontrarse pruebas de la existencia de Dios? Pero resulta que el axioma que aplican a sus ciencias declara que no hay efecto sin causa, busquen la causa de todo lo que no es obra del ser humano y su razón les responderá, “la condición de creer en Dios es simple, hay que observar las obras de la creación”, el universo existe, lo cual significa
que tiene una causa, poner en duda la existencia de Dios equivaldría a negar que todo efecto procede de una causa y admitir que la nada ha podido hacer algo.
Dios existe; ¿De dónde brotaría ese sentimiento si no estuviera basado en algo? También esto es una consecuencia del axioma de que no hay efecto sin causa pues, el sentimiento íntimo que tenemos de la existencia de Dios no puede ser resultado de la educación y producto de las ideas adquiridas, si así fuera, ¿Cómo tendrían el mismo sentimiento los salvajes? Si solo fuera resultado de una enseñanza, el sentimiento de la existencia de un ser supremo, no sería universal y
como los conceptos de la ciencia, existiría solamente en quienes hubieran recibido tal enseñanza.
Surge una pregunta: ¿Podríamos encontrar la causa primera de la formación de las cosas en las propiedades íntimas de la materia? Pero, ¿Cuál sería entonces la causa de esas propiedades? Siempre es necesaria una causa primera, atribuir la formación primera de las cosas a las propiedades íntimas de la materia, sería como tomar el efecto por la causa, ya que esas mismas propiedades son un efecto que debe surgir de una causa.
¿Qué pensar de la opinión que atribuye la formación primera a una combinación fortuita de la materia, esto es, el azar? ¡Resulta absurdo! ¿Qué ser humano de buen sentido puede considerar al “azar” como un ser inteligente? Además de que el azar en realidad es “nada”, la armonía que controla las partes del universo, revela combinaciones y objetivos determinados, y por lo tanto, un poder inteligente, atribuir la formación primera al azar es un contrasentido; porque el azar es ciego y no puede producir los efectos de la inteligencia, un azar inteligente no sería ya azar.
Pero: ¿Cómo saber que la causa primera es una inteligencia suprema y superior a las demás inteligencias? Podemos acudir a un refrán que dice: Por la obra se conoce al artífice, así que, examinemos la obra y busquemos al artífice, el orgullo es el que origina la incredulidad, un ser humano orgulloso no admite la existencia de algo superior, y por eso se proclama “espíritu fuerte”, ¡pobre, a quien puede sorprender un soplo de Dios!
Se juzga el poder de una inteligencia por sus obras y como ningún ser humano puede crear lo que la naturaleza produce, la causa primera tiene que ser una inteligencia superior a la humanidad, cualesquiera que sean los prodigios realizados por la inteligencia humana, tiene una causa esta misma inteligencia, y cuanto más grande sea lo que ella haga, tanto mayor
ha de ser su causa primera, esta inteligencia es la causa primera de todo lo existente, cualquiera que sea el nombre que le haya dado el ser humano.

Establecemos entonces que: “Dios es la máxima inteligencia, primera causa de todo lo que existe” que no tiene principio ni fin; aunque seamos parte de él, somos el efecto y no la causa, es por eso que lo definimos como: “Causa primera”