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martes, 12 de mayo de 2015

Sonido e imagen del siglo XX

Sonido e imagen del siglo XX
Por: Julio Torres.
El aplauso rítmico fue tal vez una parte integral de la primera música humana, así se aprecia en pinturas egipcias antiguas a personas que aplauden junto a los músicos, pero, el ritual del aplauso se convirtió en una tradición como expresión de la multitud en la antigua Grecia, en los teatros abiertos que acústica-mente eran perfectos asistían hasta quince mil personas y el sonido de ese aplauso resultaban ideales como premio a los actores al final de su trabajo escénico.
Los teatros públicos eran escandalosos en los tiempos de Shakespeare, Mozart inclusive, esperaba que su público aplaudiera, charlara y comiera durante sus conciertos y a medida que el aplauso se convirtió en la marca del éxito, los
compositores y dramaturgos incluían secuencias llamativas en sus obras y generar ese aplauso.
El aplauso es un hábito curioso, con reglas no escritas, pareciera que aplaudir es un instinto natural, el público aplaude como un agradecimiento, tal vez no sabemos quién inició la costumbre; dicen que cuando Beethoven dirigió por primera vez su sinfonía N°9 en re menor, en el teatro de la corte imperial y real de Viena, en 1824, la audiencia estaba en éxtasis; aplaudieron y vitorearon después de cada movimiento e incluso la entrada de los tímpanos en el segundo movimiento, pero Beethoven gesticulaba como manteniendo el “tempo”, ya estaba totalmente sordo y daba la espalda al público.
La contralto Caroline Unger, dio un paso adelante y lo hizo girar hacia el público,
que estalló en una ovación de pie mientras agitaba pañuelos en el aire; desde luego que debió ser una experiencia extraña y desorientadora en Beethoven, quien quizás percibió más extrañas las reacciones de un público moderno; actualmente, los movimientos están separados por pesados silencios.
A lo largo de la historia, el comportamiento del público ha sido estridente más que respetuoso; solo en los últimos ciento cincuenta años, el agradecimiento del público en el teatro o en los conciertos se convirtió en el aplauso simple, batiendo las palmas, actualmente se generan
aplausos incorporando “partidarios amistosos” y ruidosos entre el público; pero entonces, ¿Quién hizo la primera “ola” como aplauso masivo en los estadios?
La paternidad de esta expresión de júbilo se la adjudican los “fanáticos de Oakland” dos semanas antes de la universidad de Washington y en algunos otros estadios de fútbol, pero, la “FIFA” en el mundial de fútbol celebrado en la ciudad de México en el año 1986 atrajo la atención
internacional y el mundo de habla inglesa fuera de América del Norte, le calificó entonces como: “Mexican Wave” y en los países de habla hispana se la conoce como “la ola”.

“¡Ola!” es también lo que gritan cuando se ponen de pie, lo que crea un efecto sonoro a la vez que visual cuando se levantan y se sientan con determinada armonía; en México, los aficionados afirman que ellos ya
hacían “la ola” desde los juegos olímpicos de 1968, en la ciudad de México y en América Latina, infinidad de fanáticos al fútbol dicen que ha sido algo común en sus estadios desde la década de 1970 y así como “la ola” la polémica sigue y seguirá estimulando, lo importante es que a nivel mundial ha seguido siendo una muestra de júbilo que en cierto modo sustituye en parte a la costumbre de los aplausos como tradición del siglo XX.